El sueño de los hipopótamos
Editorial Libros de Pizarra
El sueño de los hipopótamos es un libro formado por medio centenar de relatos en los que el lector encontrará la mirada de un escritor sobre las relaciones de pareja, las amistades, los encuentros y desencuentros tras una ruptura, las posibilidades que tiene una persona de volverse a levantar.
El libro ha sido ilustrado por Olga Zulueta, y contiene un cómic de Alain M. Urrutia.
Sinópsis
Dividido en dos partes claramente direfenciadas, ‘Noche clara’ y ‘Noche azul’, en la primera Álex Oviedo juega con relatos de corte y extensión más tradicional, en los que se habla del acoso laboral, el terrorismo o la fantasía. En la segunda, en cambio, los relatos se hacen más breves, como aforismos que buscasen entender el porqué de las relaciones humanas. Todos ellos bajo la premisa de que en el agua los hipopótamos, al igual que un iceberg, sólo muestran una mínima parte de lo que son.
Datos Técnicos
- Editorial: Libros de Pizarra
- Género: Relatos
- Nº de Páginas: 166
- Precio: 14,00€
- 1ª Edición: Noviembre 2011
- ISBN: 978849331711
Donde encontrarlo
Entrevista en la web "Entretiens Lectures d’ailleurs"
Reseña en el suplemento cultural Pérgola febrero 2012
Presentación de Javier Maura (febrero 2012)
Un libro de relatos no debiera ser como un cajón desordenado de calcetines, sino un conjunto de obras pequeñas, pero no menores, unidas transversalmente por un cable como en un tendedero de ropa. Voy a tratar de contaros cuáles son en mi punto de vista los cables que unen los relatos de “El sueño de los hipopótamos”.
Lo que creo que tenemos entre las manos no es un libro de relatos sino dos en un mismo pack. El propio Alex los diferencia en “Noche clara” y “Noche azul”. “Noche clara” y “Noche azul” se parecen en que tienen el mismo padre, pero como muchos hermanos no se parecen demasiado, más que en el aire de familia del estilo.
Y además, en que muchos de los relatos están dedicados a amigas y amigos del escritor, en una especie de complicidad que hace de esta obra algo probablemente muy personal.
No sé lo que opinará el autor, pero para mí en “Noche clara” el cable que une a los relatos es que los personajes son víctimas, víctimas de cosas diferentes, pero víctimas de algo en definitiva.
Aparecen en este primer libro personajes incapaces de comunicarse y así poder mantener un amor o un deseo compartido o víctimas de un pasado que les conduce a actuar dirigidos, como en el teatro, o del acoso laboral sin asomo de rebeldía o víctimas de la soledad no deseada. También víctimas de la patria, de una militancia desazonante o de una no menos desazonante realidad.
A veces las víctimas no se rebelan o se rebelan tarde y con exceso, como el resentido niño objeto de burlas en la escuela o simplemente se quedan de un aire, como el guarda que víctima de su inexperiencia cree ver lo que no hay en el ingenioso relato “La mirada de Puppy” que se presenta en versión texto y cómic.
Y uno termina la lectura de este primer libro inquieto, porque a la añoranza de la juventud, la tristeza de la ausencia, la soledad o la incomunicación les pasa como a los ambientadores, que se perciben al entrar a un local o cuando su exceso los hace ineludibles. Inquieto porque teniendo los personajes perfiles muy marcados, de arista viva, no resultan ajenos o incluso pueden resultar muy cercanos.
A diferencia de en “Noche clara”, creo que en “Noche azul” el cable que une a los relatos es la pérdida, no siempre de algo que se tuvo sino a menudo de algo que se aspira conseguir.
Son casi cuarenta relatos breves, algunos hasta microrelatos, que rezuman la desesperanza por pérdidas como la de la autoestima profesional, el amor, el sentido de la existencia, seres queridos e incluso de la vida.
En “Noche azul”, como en la vida, la pérdida suele venir acompañada de sentimientos, como la incertidumbre sobre el futuro, el miedo a la soledad, la añoranza de los que se fueron, la tristeza de las despedidas, el dolor del desamor o la resignación ante la muerte.
Los personajes de “Noche azul” son buscadores que casi nunca encuentran lo buscado; a veces sus objetos de deseo son elementos míticos que se ansían con absurda determinación y otras un amor que precisa de una comunicación que los protagonistas son incapaces de mantener.
En otros casos, sin embargo, un funerario supera el duelo de enterrar muertos fabricando pasados a los vivos o a otro lo declaran loco por pasear con un sombrero panamá diciendo piropos graciosos (como “he conocido puertos de montaña que me han provocado menos mareos que usted”).
La desesperanza se trata a veces con humor negro, con ironía o incluso se diluye en el recuerdo de un beso, lo que la hace más digerible, menos trascendente, más cotidiana.